martes, 20 de mayo de 2008

Cromosoma X

Hace un tiempo leí un artículo de un estudio sobre el cromosoma femenino X, publicado en la revista científica británica “Nature”, que decía que las mujeres somos genéticamente más complicadas de lo que se creía debido a que muchos genes del cromosoma X que deberían apagarse siguen activos en las mujeres.

Ese estudio me saco un poco de presión, si bien seguí añorando ser un poco más simple o práctica. Durante años, veintinueve más exactamente, me he preguntado porqué soy tan compleja, porqué me cuesta tomar decisiones, porqué soy tan exigente, porqué doy un millón de vueltas, porqué esa contradicción permanente, porqué esa guerra, porqué no paro de pensar ni un segundo… porqué no soy un poco más simplona. Por ejemplo, tengo una amiga que ella va feliz por la vida, siempre de buen humor, sin problemas, siempre sonriendo y siempre con energía como para ir a spinning, trabajar, cocinar, hacer un PHD, respirar, verse espléndida, hacer familia, hacer familia de novio e incluso programas con amigas. Todo eso en un mismo día. Mi amiga es simple. Mis amigas complejas dicen “un día va explotar”. Pura envidia, se mueren por ser un poquito menos entreveradas. Como dice otra amiga, “esto no tiene vuelta atrás, hay que vivir con nuestra complejidad”. Así que estoy jugada a la reencarnación o que se produzca un milagro.

La cuestión es que el otro día amanecí con una sensación extraña. Algo decía que había cambiado cuando fui al baño a lavarme la cara. Tal vez la expresión de mi rostro era diferente, el ceño no estaba fruncido, los ojos brillaban y el mechón de pelo que solía caer hacia la derecha ahora iba en sentido contrario. Me mire dos veces al espejo para reconocerme. Hasta me sentía más liviana.

Curiosamente fui contentísima al trabajo, con un sensación de “hoy puede ser un gran día”, mire a mi jefe y le sonreí con una amplia sonrisa. Ingresaron una orden de trabajo sin información, lo que generó revuelo en el equipo y caras largas. Mi reacción fue que haya paz, “chicos, busquemos en Internet, deben estar con mucho trabajo”, mientras los veía rascarse el ombligo en su cubículo. Encontramos la info, presentamos y no gusto. ¿Por qué? Porque NO. Les dije “pensamos un poco más para mañana”. Agregaron “es para hoy”. “Bueno nos quedamos hasta medianoche, no hay problema. Yo se el número de la alarma”, siempre con tono calmo y sonriendo. No había ironía en mis palabras. En otro momento verborragia verbal hubiera sido fatal, hasta podría haberme costado el trabajo o al menos varias sesiones de terapia. Y ni hablar del pobre cristiano que vive conmigo, él siempre se las ligas. Pero había amanecido diferente.

Llegué a casa y Nico me miro con cara extraña, “estás bien maca?”. “Sí”, contesté. “No sé, estás como diferente” y me miraba mientras me retiraba el pelo que caía sobre mi cara. Supongo que aguardando el sablazo que nunca llegó.

Al otro día fui a terapia, sin entender verdaderamente por qué iba a ese lugar. Me sentía en paz, estaba calma, no tenía de que hablar. Me senté y me dijo: “Cómo estás?”, le respondí “Estupenda”. Me miró con ojos saltones. “Y cómo te fue en el trabajo?”, “Excepcional, son personas extraordinarias.” Miró con ojos aún más saltones. “Y cómo estás con tu peso? Tu relación con la comida?”, “Genial, me cansé de estar tras las piernas de Giselle Bunchen, descubrí que están completamente photoshopeadas.” Miró con ojos saltones más morisqueta con la boca. “Y qué paso con Mónaco?”, “Me conformo con ir a Marindia.” Miró con ojos saltones más morisqueta con la boca más resoplo. “Y cómo estás contigo?”, “En paz.”.

Cuando pude reaccionar, después de este pinpong de preguntas, le dijé “qué hago en terapia?”. Ella desconcertada me dijo “pscionalisis?”, “Mmm” murmullé…silencio y retomó “Has estado un poco entreverada últimamente.” “Ah! qué raro… Cómo es estar entreverando?”, le pregunte. “No sé, dime tu”, respondió. Nos despedimos, sabiendo que era la última vez que nos veíamos.

Desde ese mañana algo cambio, creo que se me apago el cromosoma X que hablan en la revista Nature.